SOBRE EL RESPETO A LA IDENTIDAD Y EL PELIGRO DE LA IGNORANCIA
(en respuesta a la Editorial de Opinión “La Invención de Makatxin” del Diario La Arena)
Por Mara V. Munizaga Peña
Con profundo pesar leí la nota editorial de opinión publicada por el diario
La Arena el día 13/10/2022, suscripta por el Sr. José Albarracin y titulada
“La invención de Makatxin”. Quizá pretendió su autor darle una impronta
personal a la editorial, mencionando - sin mayor esfuerzo que su limitada
narrativa de pensamiento – algunos hechos y situaciones
descontextualizadas que, lejos de homenajear a nuestro pueblo, nuestro
centro vasco y sus habitantes, deja un sinsabor pusilánime producto de
intentar una mixtura antagónica entre nuestra cultura vasca,
acontecimientos históricos y personalidades célebres.
Su relato lleva como corolario un sesgo político que a todas luces pone de
relieve un alto grado de ignorancia sobre Macachín, los vascos y
descendientes que lo habitan desde su fundación. Sin caer en el yerro de
obstaculizar su derecho de libre expresión, no puedo más que intentar
sintéticamente traer claridad a los lectores sobre temas fundamentales
que son ignorados por el nombrado editor, con la expectativa optimista de
que mi nota será publicada como derecho a réplica por el Diario La Arena.
Esto último no sucedió.
Macachín no es una invención. MACACHÍN es nuestro pueblo, se escribe
con C y con CH. Es el vocablo nativo elegido por los habitantes de esta
tierra – muchos de ellos vascos - a la fecha de su fundación (20/11/1902).
Varios de nuestros bisabuelos llegaron antes de esa fecha, hablaban
euskera, lengua de Euskal Herria, algunos hablaban español, otros
hablaban francés. Absolutamente todos respetaron el vocablo nativo
elegido para la comarca, Macachín. No le pusieron al pueblo Makatxin.
Llegaron con valores arraigados y forjados a flor de piel: libertad, respeto,
honestidad, tolerancia, tenacidad, fortaleza, solidaridad, compromiso.
Rasgos que forjaban su IDENTIDAD. Identidad que nos transmitieron en el
ADN. Identidad que es sustancia. No se banaliza. El juego de palabras y
fonética que intenta el editor en su nota es irrespetuoso en doble sentido:
falta el respeto al vocablo nativo que identifica a nuestro pueblo y falta el
respeto al euskera.
El euskera, nuestra lengua ancestral, que nietos y bisnietos cultivamos,
tampoco es una invención. Su fonética no es material de divertimento
para escritores insustanciales que pretenden hacer jugar la fonética con
interpretaciones vagas y absurdas que solo surgen de su imaginario
fragmentado. Puede ser desconocida su fonética para personas que no
tienen relación con la cultura vasca. No es el caso de los habitantes de
Macachín: aquí todos sabemos que tx se pronuncia ch; y así, vocablos
como etxea, txapela, txamarra, txistu, txistorra, txoria, txakurra, txoko,
son habituales y conocidos en nuestra población, porque ya forman parte
de nuestra identidad. Falta a la verdad el editor al sostener –
posiblemente en un falaz intento de crear y alimentar una grieta política
donde no existe - que los jóvenes de nuestro pueblo se refieren al bar de
la colectividad vasca como “El Toco”. Absurdo. El Txoko Bar lleva su
nombre en euskera como lo lleva cada uno de los lugares de nuestro
centro vasco. La única persona que pretende interpretar dicho vocablo en
español y equipararlo con la “jerga política argentina contemporánea” es
el editor. Es su interpretación personal, de ninguna manera refleja el
sentido ni el contenido de nuestro querido Txoko.
El editor destaca que a menudo se ha reaccionado con “una sorna no
exenta de racismo” a la identidad vasca, comenzando por su idioma el
euskera, y haciendo mención a ciertos documentales destinados a
deportes vascos. Una vez más intenta, sin lograrlo, quitarle brillo a una
identidad de la cual nos sentimos orgullosos. Llevamos en la estirpe vasca
el honor de la dignidad, del trabajo duro, de la diversión pese a las
adversidades, del valor de la palabra. Esto es reconocido mundialmente; el
potencial racismo a que hace mención el editor no es más que la
excepción… y hay que buscar para encontrala!!
¿Borges? Borges ha creado un personaje de sí mismo llamado Borges y
eso lo sabe cualquier incipiente lector del prestigioso autor; sólo conoce al
verdadero Borges quien lee su obra completa, y allí entenderá el sentido
de sus declaraciones borgianas, con una profundidad inigualable y sublime
que sorprende. A los vascos no nos avergüenzan Borges ni Orson, por el
contrario, nos enaltecen. Sólo nos avergüenza la mentira.
Párrafo aparte la mención del editor – soslayando una crítica - sobre la
ausencia de autoridades del Estado Nacional y Provincial a nuestra
Semana Nacional Vasca. Esta última es una fiesta de nuestra diáspora que
realizamos todos los años en Argentina. En esta oportunidad se celebraron
convenios de la Universidad de Mondragón con Cooperativas locales,
tendientes a promover acciones educativas y culturales colectivas, con el
Centro Vasco como visagra para ello. Las asociaciones civiles tienen como
facultad desarrollar actividades para la comunidad sin involucrar al Estado.
Para ello gozan de personería, cuentan con recursos propios y tienen
capacidad de acción. Se logran resultados sorprendentes y de alto impacto
positivo para toda la sociedad. Muchas veces, casualmente, se logran tales
resultados sin presencia del Estado… demasiada actividad ya tiene
intentando dar respuesta a sus deberes básicos de seguridad, salud,
educación y justicia.
Luego de ser Macachín epicentro durante una semana de la fiesta nacional
vasca con excelentes resultados a nivel social, cultural, deportivo,
gastronómico, con trascendencia internacional, - en este momento de
zozobra e incertidumbre que vive el país en todos sus ámbitos -, es
paradigmático que el editor finalice su nota haciendo hincapié en que se
producen “malos entendidos evitables” por detalles lingüísticos, aun
reconociendo que “ese nombre llevan los barcitos vascos en todo el
mundo” … A esta altura me pregunto: ¿No será que el Sr. Albarracin hace
una interpretación sesgada y contraria al común denominador del resto
del mundo? El peligro de la ignorancia cuando se publicita es que
promociona falsas premisas, y a su vez, mueve multitudes hacia un vacío
existencial.